Zonulina y su regulación de la función de barrera intestinal: la puerta biológica a la inflamación, la autoinmunidad y el cáncer.
Las funciones primarias del tracto gastrointestinal se han percibido tradicionalmente como limitadas a la digestión y absorción de nutrientes ya los electrolitos ya la homeostasis del agua. Un análisis más atento de la disposición anatómica y funcional del tracto gastrointestinal, sin embargo, sugiere que otra función extremadamente importante de este órgano es su capacidad para regular el tráfico de macromoléculas entre el medio ambiente y el huésped a través de un mecanismo de barrera. Junto con el tejido linfoide asociado al intestino y la red neuroendocrina, la barrera epitelial intestinal, con sus uniones intercelulares estrechas, controla el equilibrio entre la tolerancia y la inmunidad a los antígenos no autónomos. La zonulina es el único modulador fisiológico de las uniones estrechas intercelulares descritas hasta el momento que está involucrado en el tráfico de macromoléculas y, por lo tanto, en el equilibrio tolerancia / respuesta inmune. Cuando la vía de zonulina finamente sintonizada se desregula en individuos genéticamente susceptibles, pueden producirse trastornos intestinales y extraintestinales autoinmunes, inflamatorios y neoplásicos. Este nuevo paradigma subvierte las teorías tradicionales que subyacen al desarrollo de estas enfermedades y sugiere que estos procesos pueden ser detenidos si la interacción entre genes y desencadenantes ambientales se evita restableciendo la función de barrera intestinal dependiente de zonulina. Esta revisión es oportuna debido al creciente interés en el papel de un «intestino permeable» en la patogénesis de varias afecciones patológicas dirigidas tanto al intestino como a los órganos extraintestinales.